Empecemos por
definir la moral, la palabra
moral viene de costumbre y las costumbres también se alcanzan a partir de una repetición de actos. Dicha
palabra tendió a aplicarse a las normas concretas que han de regir las
acciones.
Desde la etimología, hay poca diferencia entre ética y moral: una
y otra hacen referencia a realidad parecida, ya que ética se traduce a
"manera de ser". Pero hoy, pese a que a constantemente se usa como si
fuesen sinónimos, se reconoce que tienen significados divergentes.
Así como surgió el desarrollo de la humanidad, apareció el interés
por regular las acciones humanas mediante normas, las culturas y pueblos,
establecían lo que definiría su moral.
Pero así mismo, surge otro tipo de interés donde se reflexionaba
sobre las normas que ya existían comparándolos con su
fundamento.
Entonces estos dos diferenciados niveles, constituyen la moral y
la ética.
Necesitamos la ética, los valores y las normas para regir nuestros
proyectos y acciones.
Hay que tener siempre
en cuenta que cada individuo es el reflejo de sus actos, y de ello va a
depender en gran parte la forma cómo va a ser visto en su entorno, entonces ahí
surgen los cuestionamientos sobre ¿Por qué hacer el bien?, Nietzsche aborda este tema de una manera muy
interesante, en su obra el “Superhombre” menciona, “El Superhombre es el que
vive en constante peligro, el que, por haberse desprendido de los productos de
una cultura decadente, hace de su vida un esfuerzo y una lucha. Si el
Superhombre tiene alguna moral, es la moral del señor, opuesta a la moral del
esclavo y del rebaño y, por lo tanto, opuesta a la moral de la compasión, de la
piedad, de la dulzura femenina y cristiana. La idea del Superhombre, con su
moral del dominador y del fuerte, es ya la primera inversión de los valores
pues éstos adquieren una jerarquía contraria cuando son contemplados desde su
punto de vista”. Esta es una de las cuestiones en las que coincido con él, más
no a la idea de un señor como un ser superior, sino de una moral creada e
interpretada por si mismo, donde por sus propios juicios racionales puede el
hombre decidir en lo que quiere para su vida.
Nadie comprenderá
nunca enteramente lo que existe, como tampoco logrará saber lo que sepa
distanciándose de sí mismo a través de una aparente objetividad. En cambio, sí
podrá mandar a su antojo en aquello que encuentra en su vida, identificarse y
utilizarlo, sin importar si coincide o no con una verdad universal.
Savater en su libro “Ética para
Amador” nos dice, “En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al
menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no.” Y esto
es un básico del comportamiento humano de ahí partimos, desde pequeños nos
imponen ciertas reglas o los padres moldean la conciencia de los hijos.
De modo que ciertas cosas nos
convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo “bueno” porque nos sienta
bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos “malo”.
Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un
conocimiento que todos intentamos adquirir por lo que esto conlleva.
La moral da pautas
para la vida cotidiana, la ética es un estudio o reflexión sobre qué origina y
justifica estas pautas. Pero las dos, son complementarias. Del mismo modo que
teoría y práctica se relacionan, los principios éticos regulan el
comportamiento moral pero este comportamiento choca alterando los mismos
principios. A menudo los conflictos de normas morales que aparecen cuando
tenemos que tomar decisiones son el motor que nos impulsa a una reflexión de
nivel ético. Es por ello que, se llama a la ética moral pensada y a la moral,
moral vivida.
Ahora, dentro de los
principios éticos de aplicación universal, analizábamos el hecho de que en la Declaración universal
sobre Bioética y Derechos Humanos la UNESCO, parte de la dignidad humana, siendo esta la
base, y en mi opinión creo que es lo mejor ya que si al humano no tuviera
dignidad en los ámbitos de su vida, no tendría prácticamente ningún valor, de
la dignidad surge el respeto, y el amor de cierto modo. El amor es un principio
básico también, desde mi consideración, el amor por la verdad y el conocimiento
hacen a un hombre libre, capaz de ver, analizar y cuestionarse sobre lo que lo
rodea.
Si hablamos de los valores
que en mi consideración deberían definir a un arquitecto son prácticamente el
respeto, traducido a la tolerancia ya que en el ámbito laboral siempre vamos a
encontrarnos con cosas que no son totalmente de nuestro agrado, más saber
tolerar debe distinguirnos, así como la honestidad dentro del circulo de
personas en el que te desenvuelvas, otro factor que yo considero de importancia
es la empatía, que nos traerá grandes resultados, grandes relaciones y
satisfacciones, por último pero no menos importante considero que un arquitecto
debe ser distinguido por la integración y la excelencia de su trabajo ya que es
la formación que hemos ido siguiendo desde que iniciamos la carrera.